jueves, 24 de noviembre de 2011

Misericordia quiero...

Suelo dejar a mis hijos mayores que estudien solos y hagan sus tareas de colegio, pero tengo dos en medio que requieren cierta atención, sobre todo para centrarlos y que empiecen a hacer sus tareas. A estos les sigo a diario, les ayudo con su agenda a organizar el rato de trabajo en casa y luego les dejo para que vayan tomando conciencia de que es su deber, y no el mío, el sacar adelante éstas. Pero les dejo sin alejarme demasiado, es lo propio, les das cuerda larga, pero les tienes ataditos con disimulo.
Luego les repaso los deberes, para ver si hay algo que "se les olvidó" hacer y en caso de que suceda esta contrariedad les doy un poco de aliento para que lo dejen todo terminado. Y todos felices y satisfechos.
Hoy he repasado con uno de ellos los deberes de religión, unas pregustas de catecismo, sencillas y las Obras de Misericordia. 
Para mi es un repaso de lo que estudié de niña, porque las cosas se olvidan, al menos en la teoría. Recuerdo que son 14 en dos grupos de 7, corporales y espirituales, pero cuando quiero hacer recuerdo de cada una de ellas me avergüenza ver que soy incapaz. (También me pasa con los ríos de España y con los logaritmos neperianos, debe ser cosa de la edad).
Las obras de misericordia son "las distintas acciones con que ayudamos a los demás en sus necesidades". Eso dice el libro de mi hijo. Esto es lo teórico, porque todos podemos decir que la práctica de ayudar a los demás en sus necesidades la realizamos a diario. Pero concretemos, (hoy sólo las que se refieren al cuerpo o a lo material, las corporales):

Dar de comer a quien tiene hambre, y aunque no lo tenga, cada día a mis hijos: desayudo, comida, merienda y cena.  

Dar agua al que tiene sed, tres cuartos de lo mismo.
Acoger al forastero, me parece más difícil, porque en casa no meto un desconocido. Pero de repente llega un compañero nuevo al trabajo y... le ponemos verde sin conocerle o no le facilitamos las cosas. Vamos, que como te descuides no le dices donde está el WC, ni la maquina de café, ni la fotocopiadora. Ahí está el forastero.

Vestir al desnudo o proporcionar la ropa necesaria a los míos. La necesaria, lo que pasa de ahí puedo dárselo a otros. Y en cuanto a dar, soy de la opinión que lo que ha estado en el armario sin poner durante toda la temporada es innecesario, se puede dar a quien le venga bien. Hay organizaciones que recogen ropa para hacerla llegar a otros.


Cuidar a los enfermos o visitar a los mayores de la familia, o a esa tía pesada que "está fatal de lo suyo" y que te horroriza porque te cuenta unas batallas que no te interesan nada, o....


Visitar a los presos. Uf... le doy vueltas y no se cómo concretar esto. Acepto sugerencias vía comentarios.
Enterrar a los muertos. Hoy en día parece que esto no tiene el mínimo problema, es de uso común.


En conclusión: esto se puede vivir con independencia del credo que se profese, de la condición social de cada uno y de la capacidad económica  que se disfrute.

¡Qué bueno que nos aplicáramos más en esto de ayudar a los demás!

(Se admiten sugerencias para ponerlas en práctica, me ayudará mucho)
 

3 comentarios:

mistrucosparaeducar dijo...

Pues tienes razón, con el ritmo de vida que llevamos, nos acordamos de los más cercanos, de la familia más directa, de los amigos más queridos, pero para resto,...ley del mínimo esfuerzo...

Mara dijo...

Pides sugerencias, pues ahí voy: creo que cuandi se refiere a los presos no esta hablando solamente de los presos de las carceles. En muchas ocasiones, te encuentras con personas que viven "presas" de sus propias miserias, de su soledad, de su egoismo, de su egocentrismo, y que son incómodas de visitas y ayudar, porque ni nosotros mismos comprendemos como pueden encontrarse a gusto dentro de su propio cuerpo. Dan pereza, son negativas, no escuchan, te deprime su presencia... Y no son ancianos, no están enfermas fisicamente están enfermas vitalmente. A esas personas son a las que debemos visitar para ayudarlas a salir de su carcel vital, aunque sea por un ratito, o por lo menos para reconfortarlas, hablandoles de nuestras propias experiencias, sabiendo que a estas personas tu experiencia les da absolutamente igual, pero siempre, aunque creamos que no, algo queda! El poso queda! Siento haberme alargado tanto en el comentario... Quizá esto lo deberia haber colgado como un post mio y no invadir totalmente el tuyo... Lo siento! Gracias por recordarme las bienaventuranzas!!! A mi tambien se me habian olvidado. Un beso enorme bonita!!!

Beatrice dijo...

"mistrucosparaeducar" no quiero que pienses que me refiero a los lejanos. Sino al prójimo más cercano. He descubierto en estas obras un lado trascendente en cada acto de mi vida, hasta en las cosas más pueriles. No creo que se deba dejar a la familia para atender a otros desconocidos. Lo primero para mi es mi marido y después nuestros hijos, sin él no hubieran sido posibles.
Y después los otros.


Mara, me encanta que te extiendas en tus comentarios. Tomo nota de tu sugerencia. Muy profunda la visión que haces sobre el encarcelado. Es dura de practicar, pero la acepto. Procuraré ponerla en práctica.