UNA HISTORIA:
- No sé cómo dominar mi genio. Contesto asperamente y hago sufrir a la gente.
El padre le entregó una caja llena de clavos y le dijo:
- Cada vez que falles y te dejes llevar por tu pronto, clava uno en la puerta de tu habitación por adentro. Así podrás ver y tener muy presente tus fallos.
Algún tiempo después, el joven dijo a su padre que ya había gastado todos los clavos y que la puerta estaba llena.
- Bueno- dijo el padre-. Pues ahora, cada vez que venzas, arranca uno.
De nuevo pasó tiempo y el joven le comunicó que ya había arrancado todos los clavos.
- Vamos a verlo- dijo el padre-.
y, al contemplar con el hijo la puerta de la habitación, añadió:
- Bien. Pero aún no has acabado. Fíjate en la cantidad de agujeros que hay en la puerta. Esas son las heridas, los sufrimientos, que has provocado en la gente a la que has ofendido. Ahora tienes que ir restañando, una a una, las heridas que has causado.
SOLO PUEDO PENSAR:
Cuantas heridas voy causando con mis malos humores y mis indiferencias
Pero qué descanso saber que puedo rectificar
¡Excelente reflexión!
ResponderEliminarUn abrazo,
Zuly Castilo U. - COSTA RICA
Es realmente cierto, pero soy una convencida que en la vida todo tiene solución, solo depende de cada uno de nosotros. Gracias por visitarme.
ResponderEliminarSaludos cariñosos.
Mary